No existe ningún medidor absolutamente fiable del seguimiento de un paro generalizado. Las estadísticas son confusas y sólo así se entiende el baile de cifras al que vamos a asistir al final de la jornada, con Sindicatos y Gobierno jugando al ratón y al gato. Uno de los indicadores más utilizados, por su objetividad, es el del consumo eléctrico. Se supone que si las grandes industrias y los pequeños comercios paran las maquinas y cierran las verjas, el consumo eléctrico, lógicamente, experimenta una notable caída. A las 8:00 del día de hoy ese descenso era de un 18%, pero siempre nos quedará la duda de cuantos edificios de la administración, a todos los niveles, tienen puesto calefacción y aire acondicionado a la vez, a mediados de noviembre, sólo para quitarle un buen pico a los datos de seguimiento del paro.
El gasto, desproporcionado e inútil, es sangrante por dos motivos: En primer lugar, porque no estamos para desperdiciar ni uno sólo de los recursos naturales que todavía tenemos, y en segundo, porque las facturas de luz del Ayuntamiento, y tener un pueblo entero iluminado no es precisamente barato, las pagamos entre todos los contribuyentes. Contribuyentes que, por otra parte, estamos sufriendo un buen tijeretazo en salud y educación.
El 29-M, fecha de la última Huelga General, decenas de Ayuntamientos siguieron este comportamiento que raya lo ilegal, hasta por la vía penal. Como ciudadano, una llamada al Concejal del ramo, o una buena fotografía y una denuncia criminal ante la Policía o la Fiscalía, serían varias de las actitudes que deberíamos adoptar para que ese puñado de caciques, que viven por encima del bien y del mal, no nos traten como si no supiéramos de qué va la cosa.
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