Papandreu enseña en Harvard por 46.000 euros mes cómo salir de la crisis europea

Mientras el pueblo griego, al borde de la asfixia, sigue cayendo en picado hacia la miseria (como otros del sur europeo, y entre ellos el nuestro) y el país entra en el sexto año consecutivo de recesión, con sus secuelas de menos servicios públicos, un patrimonio público esquilmado, cuando no liquidado, un índice de paro por encima del 25% y los jubilados obligados a elegir entre el suicidio y la indigencia…

Mientras la sociedad griega se desayuna cada mañana con un nuevo escándalo…

El último ha sido además un atentado a la libertad de expresión. Al periodista Kostas Vaxevanis le detuvieron (y posteriormente la justicia le declaró inocente) por publicar la lista de 2.000 evasores fiscales -políticos y funcionarios públicos- que tienen cuentas en la sucursal suiza del banco HSBC por valor de varios millones de dólares, entregada al gobierno griego en 2010 por la entonces ministra de Economía del gobierno de Sarkozy y hoy directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. Una lista que primero en un CD, y más tarde en un pendrive, han “perdido” dos ministros de Finanzas griegos sucesivos que, con toda la cara que supone el gesto, han acudido al Parlamento a explicar las sucesivas desapariciones…

Cuando la brigada financiera griega, SDOE por su sigla, ha hecho pública en la primera quincena de octubre de 2012 un informe en el que figuran 36 ciudadanos -todos políticos, la mayoría exaltos cargos y varios exministros- sospechosos de enriquecimiento ilícito, entre los que se encontraba Leonidas Tzanis, antiguo viceministro de Interior con el Pasok y sospechoso de irregularidades financieras y enriquecimiento dudoso, al que estaban investigando las cuentas desde mayo, que ahora se ha suicidado, ahorcándose en su domicilio de Volos, según informó el 5 de octubre Mega TV...

Cuando hace apenas un mes, el 24 de septiembre, el periódico Real News (real.gr) destapaba los manejos de tres políticos griegos sospechosos de estar implicados en el desvío de diez mil millones de euros de fondos públicos. El actual presidente del Parlamento, Evangelos Meimarakis (Nueva Democracia) y dos exministros del gobierno Karamanlis de 2004 (Nueva Democracia también): Michalis Liapis, exministro de Transportes y Comunicaciones, y George Voulgarakis, exministro de Orden Público, quienes supuestamente habrían participado en el blanqueo de 10.000 millones de euros, a través del grupo del empresario Joannis Karouzos. Según Real News, los cuatro compraban y vendían bienes inmobiliarios de lujo, pero el grupo servía de pantalla para enmascarar actividades menos legales: el blanqueo de dinero procedente de subvenciones del Estado…

Al tiempo que la página Okeanews da cuenta de las movilizaciones de la última quincena de octubre de 2012, en Atenas y en otras ciudades: de estudiantes y profesores universitarios, de empleados de las administraciones locales, de empleados del sector privado al que no les pagan el salario desde hace meses, de alumnos de escuelas de música, de minusválidos que se quejan de los recortes presupuestarios… y hasta de antifascistas durante el desfile para conmemorar el “No” a Mussolini y a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial…

Y cuando se ha sabido (porque a perro flaco todo son pulgas y ahora en Grecia crecen los fascistas como setas), a través del reportaje publicado en el diario británico The Guardian, firmado por Aris Chatzistefanou (guionista y realizador, junto con Katerina Kitidi, de las películas Debtocracy y Katastroika), que los ultraderechistas del partido Amanecer Dorado han infiltrado la policía griega en varios niveles, al tiempo que el Parlamento ha levantado la inmunidad de tres diputados neonazis (Kassidiaris, Germenis e Iliopoulos) para que puedan juzgarlos por intento de homicidio de emigrantes…

Mientras Liz Alderman nos cuenta en el New York Times la historia del “doctor Robín Hood”, la red clandestina de médicos que intenta aliviar la situación cada vez más desesperada de los millares de griegos a quienes “los recortes impuestos por los acreedores internacionales han privado de cobertura sanitaria y acceso a los medicamentos”. Cerca de la mitad de los parados de larga duración, alrededor de 1,2 millones de personas, carece de asistencia médica gratuita. La necesidad está empujando a muchos a buscarla fuera del sistema tradicional. “En el país ha nacido un movimiento clandestino de médicos” para tratar a quienes carecen de seguro. “Hoy, en Grecia, desocupación significa muerte”, le ha dicho a la periodista el doctor Kostas Syrigos, director del mayor centro oncológico del país, y miembro del movimiento. “Cuando se le diagnostica un tumor a alguien que no está asegurado, el sistema simplemente le ignora: no puede acceder a la quimioterapia, ni a la intervención quirúrgica, ni siquiera a los fármacos”. La red de médicos voluntarios actúa al margen de la oficialidad y utiliza medicamentos donados por las farmacias, por algunos fabricantes e incluso por las familias de los pacientes fallecidos…

Ahora que se reedita en toda Europa el libro de Nikos Dimou La desgracia de ser griego, que arrasó al final de la década de 1970 y parece escrito ayer mismo.

“En el fondo, el griego ignora la realidad. Vive dos veces por encima de sus medios económicos. Promete tres veces más de lo que puede cumplir. Asegura conocer cuatro veces más cosas de las que sabe realmente. Siente (y lamenta) cinco veces más de lo que es capaz de sentir (…) ¿Quiénes somos? ¿Los europeos de Oriente o los orientales de Europa? ¿Los desarrollados del Sur o los subdesarrollados del Norte? ¿Los descendientes (directos) de los aqueos o la confusión de Babel (…). En algún punto entre el cenit y el nadir. Suspendido en el espacio. Como la tumba de Mahoma (…) Los otros pueblos tienen instituciones, nosotros tenemos espejismos… (el nuestro) no es un destino fácil”.

Es como un largo blues a base de aforismos pensados en la clandestinidad durante la dictadura de los coroneles: el peso de la herencia (“el inhumano nivel de perfección de la palabra y las formas de los antiguos”, “es horrible no solo no poder superar sino ni siquiera comprender las obras de tu padre”), la discontinuidad que existe entre la Grecia clásica y la moderna, las difíciles relaciones con Europa (“no llegaron hasta nosotros…ni la escolástica medieval, ni el Renacimiento, ni la Reforma, ni la Ilustración ni la Revolución Industrial”), la política, la economía (“la economía empresarial griega está constituida fundamentalmente por unas treinta empresas que dependen de un banco que a su vez depende del Estado”), la identidad (“en algún lugar profundo se juntan el complejo nacional… y la exageración griega”), la religión, la sexualidad, la realidad social (“somos uno de los pocos países que tienen más emigrantes y refugiados que habitantes”), en un repaso si es no es masoquista “porque tal vez la verdadera felicidad para los griegos no resida en el equilibrio estático (tan precario, por otra parte) entre oferta y demanda, sino en la dialéctica agonística de la vida”…

Mientras todo esto ocurre en el país y alrededores, Georgios Andreas Papandreu, dos veces ministro de Educación en los gobiernos de su padre, exprimer ministro socialista (Pasok, 2009-2011), hijo y nieto de primeros ministros (Andreas y Georgios, respectivamente) acusado de haber contribuido muy directamente a la débâcle económica que ha hundido a Grecia en la actual crisis sin fondo, ha encontrado trabajo como consejero de Obama en la campaña presidencial demócrata y, una semana al mes, imparte una serie de seminarios en la Universidad de Harvard, Massachusetts, donde le pagan el equivalente a 46.000 euros de salario mensual nada menos que por “explicar la crisis económica de la zona euro y las soluciones para salir de ella” a los estudiantes de uno de los centros universitarios de mayor prestigio planetario, que seguramente se quedarán boquiabiertos escuchándole. A eso hay que añadir sus emolumentos como diputado socialista en el Parlamento de Atenas (todo ello le ha valido el simbólico “premio nobel de la infamia 2012” concedido por el nuevo partido francés de centro Unión Popular Republicana, que preconiza la salida de su país de la zona euro y, más ampliamente, de la UE y de la OTAN).

La opción de la universidad americana parece “por lo menos incongruente”, escribe Sébastien Seibt en el digital Rue 89, recordando que “ Papandreu fue obligado a dimitir el 11 de noviembre de 2011, acusado de haber precipitado a su país en la crisis”. Nada de lo cual desanima, por lo visto, a estudiantes y docentes de Harvard: ante la afluencia al seminario del 15 de octubre, la secretaría del centro tuvo que sortear las plazas disponibles en el anfiteatro.

Sus paisanos, en cambio, se muestran mucho menos entusiastas con el presente de Papandreu. En la calle mucha gente le hace responsable de su sufrimiento y, en cuanto a las redes sociales, después de los chistes habituales en Facebook han creado una página titulada “No a Papandreu en Harvard” que empieza a sumar seguidores. Desde los propios USA, el científico exiliado Vassiliki Aroniadou-Anderjaska, quien trabaja en la Universidad de Maryland, ha escrito una carta al director del instituto de Ciencias Políticas de Harvard diciéndole que las clases de Papandreu equivalen a “una bofetada en la mejilla del pueblo griego”.

La pregunta más habitual en la Red es si tiene legitimidad para dar esas clases alguien que ha contribuido a colocar a Grecia bajo tutela de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional: “¿Harvard se ha transformado en un reducto para políticos fracasados? Es más difícil ser estudiante que profesor allí…” “Como destruir un país en diez lecciones, los estadounidenses se están enterando”. La página Greekpayback publica la fotografía de un joven parado que exhibe una pancarta en inglés: “Ayudadme, mi profesor en Harvard era George Papandreu, no tengo futuro”.

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