Primera crisis de Ana Botella. Valoración: "Josemariiiiii, ayudameeeeee!!!!!"

Ana Botella ya ha descubierto que ser alcaldesa de Madrid no es solo asistir a estrenos y visitar los barrios para que los vecinos la conozcan mejor. La alcaldesa de la capital hace frente a estos días a su primera crisis motivada por la muerte de cuatro jóvenes en el Madrid Arena, un espacio de titularidad municipal. Su rostro en la rueda de prensa que ofreció el viernes por la tarde reflejaba enfado y angustia a partes iguales. No es difícil imaginar que por la mente de Ana Botella han pasado desde el jueves las trágicas imágenes del 11-M, que vivió como esposa del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar.

Otra vez la tragedia llamando a su puerta y esta vez en primera línea, como responsable de la gestión del Ayuntamiento más grande de España. La figura protectora de Alberto Ruiz-Gallardón ha desaparecido. Es la alcaldesa con todas las consecuencias.

Parece claro que tanto ella como su equipo minusvaloraron el jueves la trascendencia de lo ocurrido en la noche de Halloween en la Casa de Campo y fue el viernes por la mañana, en medio de la conmoción de toda una ciudad, cuando apreciaron que la respuesta política del Ayuntamiento había sido insatisfactoria.

No se sabe si se ha roto algo en la relación de confianza que une a la alcaldesa con su vicealcalde, pero a estas alturas es evidente que Miguel Ángel Villanueva se precipitó en su primera declaración. El tono que empleó horas después de la muerte de tres chicas fue el de absolver de responsabilidad a la empresa organizadora del festejo que terminó en tragedia. Los detalles que han trascendido ponen en evidencia que la seguridad de los miles de jóvenes que acudieron a la fiesta no estaba garantizada, ni mucho menos.

Ha hecho bien la alcaldesa en prohibir este tipo de macrofiestas en los espacios municipales. Es un recurso barato y facilón aludir al conservadurismo del PP para atacar esta decisión de Ana Botella. Los jóvenes que han acudido a las fiestas que se han celebrado en ocasiones anteriores pueden atestiguar que no han pasado más cosas porque Dios no ha querido.

Las avalanchas, la angustia de cuatro personas sin pisar el suelo en un metro cuadrado, el consumo descontrolado de alcohol y de drogas -incluso entre los menores-, los mareos, las vomitonas y hasta los comas etílicos son moneda corriente en estas macrofiestas. Muchos padres, casi todos, agradecerán a la alcaldesa esta prohibición. Ana Botella parece resuelta a exigir responsabilidades a la empresa organizadora y el propio Gobierno a través de la vicepresidenta ha dicho que no le temblará el pulso en tomar medidas para garantizar la seguridad del ocio de los jóvenes españoles. Aunque quizá alguien en alguna dependencia municipal madrileña también tenga que asumir responsabilidades.

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